Se suele decir que, en general, los dueños de los medios son conservadores y los periodistas liberales y/o de izquierda (que no es lo mismo, claro).
Sin embargo Jay Rosen, un agudo analista de medios y profesor NYU, afirma en un notabilísimo artículo que la verdadera -y no declarada- ideología de los periodistas es la astucia ("savvyness").
Esta fascinación por los astutos es lo que los hace vulnerables ante tipos como el recién renunciado Karl Rove, el mítico estratega y eminencia gris tras George Bush.
Rosen hace un retrato de la mentalidad de los periodistas, y su inclinación a admirar a los más hábiles para manipularlos. Reproduzco:
"Astucia! En el fondo, los periodistas quieren creer en eso, y en realidad en eso creen. En su propia astucia y en la astucia de ciertos otros, incluyendo operadores como Karl Rove. En política, ellos creen, es mejor ser astuto que ser honesto o correcto con los hechos. Es mejor ser sagaz que ser justo, bueno, equilibrado, decente, estrictamente legal, civilizado, sincero o humano".
"Astucia es aquello que los periodistas admiran en otros. Ser astuto es lo que ellos mismos más desean. (Y no ser astuto es mucho peor que estar equivocado). Astucia -esa capacidad de ser sagaz, práctico, bien informado, perceptivo, "con eso", irónico, y frío para todo lo que tenga que ver con política- es, de algún modo, la religión de su profesión. Hacen un culto de ello. Y era este culto, esta debilidad, lo que Karl Rove entendió y explotó para su beneficio"
Aunque los maltraten, los humillen o los derroten, los periodistas aman a los Karl Rove de este mundo. Lo mismo vi en Inglaterra. La prensa cayó presa del encanto, la astucia y el desparpajo de Alastair Campbell, el jefe de Comunicaciones de Blair.
Yo mismo pagué una entrada sólo para escucharlo en un anfiteatro, reirme de sus anécdotas y volver a oir sus encantadoras mentiras sobre las "armas de destrucción masiva" de Saddam. Un maestro.
¿Qué es lo que distingue a estos personajes?, se pregunta Rosen. "Ser ganadores, por supuesto! Todos saben que la prensa admira a un ganador sin principios". Desde el '86, Rove ha ganado 34 elecciones y sólo ha perdido 7. Este record sería impresionante incluso si no usara tácticas sucias. Pero obviamente las usa", dice Rosen. Siempre "va más lejos que los demás en este juego", dice citando a Josh Green, un reportero del Atlantic Monthly experto en Rove.
Todo esto me hizo pensar en lo fome que está la cobertura de política acá en Chile. Y pienso que tiene que ver precisamente con esto. Cristián Boffil debe sentir que no tiene un oponente de consideración al frente. Y cuando digo un oponente al frente me refiero, claro, a La Moneda. Ese vacío es descorazonador.
Lagos Weber -esencialmente una buena persona- no es Vidal. El triunvirato Carvajal+Jupi+Díaz no es ni la sombra de la dupla Ottone-Lahera. Ese segundo piso de Lagos era otra cosa. Boffil debe añorar los años y la adrenalina del MOPGate. Si antes se respiraba la tensión de una concentrada partida de ajedrez, ahora es el desgano con que se juega una múltiple.
Cuando vemos el tipo de errores que cometen los actuales inquilinos de palacio (y en contrapartida, cuando vemos a Cecilia Bolocco de columnista en el Cuerpo D), dan ganas de bostezar.
Por eso, a quienes nos fascina la relación entre política y medios (como un cuadrilátero donde a ratos se asoman las debilidades más interesantes del alma humana), echamos en falta el espectáculo que atraen tipos como Rove.
Karl Rove, dice Green, "parecía entender -e incluso contar con- la falta de voluntad o habilidad de los medios para dar cuenta apropiadamente de él o de su trabajo (ya sea por flojera, excesiva susceptibilidad o escrúpulos). Pero en definitiva no es la habilidad de Rove sino su carácter lo que le permite jugar en un plano completamente diferente. Además de notables habilidades estratégicas, posee dos talentos clave: comprensión de las autolimitaciones implícitas de la prensa y una voluntad de entrar a pelear en un territorio donde la buena conciencia no permite el ingreso a la mayoría".
Bye bye Karl.