A Murdoch le fascinan los diarios y le gustan las grandes marcas. Compra medios para hacer muy buenos negocios y para aumentar su colosal influencia política. Opera con una lógica transnacional desde mucho antes de que escucháramos la palabra “globalización”. Y lo más notable, es reconocidamente de los pocos magnates que, habiendo hecho su fortuna en los medios tradicionales, posee una visión muy de punta en nuevos medios.
- Tienen marcas sólidas y prestigiosas.
- Tienen, agregadamente, una masa considerable de lectores.
- Tienen una posición sólida en los mercados publicitarios de sus países –tal como funcionan hoy.
- Son aún altamente rentables.
Sin embargo…
- Son elefantes con costos de operación elevadísimos.
- Están enfrentando entornos cada vez más competitivos, que reducen sus márgenes.
- Están fuertemente orientados –e identificados- con el papel.
- Sus modelos de negocio online están aún en pañales.
Para los oídos de Murdoch, en cambio, esto sería música: mercados accesibles, desafíos de largo plazo, oportunidades de negocio e influencia (hiper-local y en la periferia, pero influencia al fin), y aumentar los puntos de su red global de contenidos.
(Está el pequeño inconveniente de la restricción a la propiedad medial a extranjeros, pero me imagino que cuando uno realmente quiere vender, eso se arregla con algunos abogados).
Murdoch ofreció US$5.5 mil millones para que
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