Hace rato que el género de debate en TV está en crisis. Los canales han probado nuevos programas cada cierto tiempo, pero no parecen dar con el tono y la vibra.
Tolerancia Cero fue una excepción. Pero ahora está pasando por un momento muy bajo, sin punch, con la intensidad, el entusiasmo y la novedad de una reunión de amigos que que se juntan para no perder la costumbre.
A propósito, una columna muy buena -y muy crítica- de Mirko Macari, aparecida este domingo en La Nación Domingo.
Intolerable
Por Mirko Macari
"Tolerancia cero" está guateando. Desde que se fue Fernando Paulsen el programa perdió la brújula, no porque Paulsen fuera una lumbrera, pero él le ponía datos, contexto e interpretación a un tipo de discusión que siempre tiene el riesgo de transformarse en un festival de obviedades y lugares comunes.
El "Tolerancia " nunca fue el clásico espacio para resumir la semana política, formato que aún se estila en otros canales vecinos. Éstos aún permanecen cazados por la obsoleta y predecible lógica binominal con la que se ha cuoteado cada metro cuadrado de una transición que se acabó hace rato para el país real, algo que al parecer nadie le ha informado a los ejecutivos del rubro.
En el clásico de Chilevisión, en cambio, se respiraba la intención de una conversación libre; la búsqueda de una agenda abierta hacia los grandes temas de interés público, cuestión definitivamente más interesante que la coyuntura política pauteada por "La Segunda" del viernes o "La Tercera" del domingo.
Es cierto que Alejandro Guillier y Sergio Melnick -más el segundo que el primero- cumplen con discreción la pulsión básica de la división Concertación-Alianza, que en rigor es un espejismo tras el que se oculta la verdadera repartición del poder en Chile, más compleja, pragmática e invisible. Ambos rascan donde no pica.
Sin embargo, sus discursos se hacen absolutamente soportables, porque tal como en el fútbol el intrascendente rechazo de un defensa puede dar origen a la fantasiosa jugada del 10 del equipo, y terminar con la ovación de la galería. Ese rol lo venía jugando, con altos y bajos, el inteligente, insoportable y descreído Fernando Villegas. El sociólogo gambetea su retórica contundente hacia un lado y otro, logrando marear a buena parte del respetable, que muchas veces no sabe para dónde va.
Es cierto que Villegas juega demasiado al sofista, pero también lo es que su personaje aporta libertad de conciencia y juicio crítico, dos valores escasos en el inventario de las virtudes nacionales. Por eso, la idea de poner al chascón de notero, con la ingenua intención de ablandar con imágenes el formato televisivo "conversación", fue un disparo en el pie del programa. Esa densidad, ese rescate de la discusión pura y dura que la elite chilena no ha hecho en otras instancias, permite que cierto público alejado de la pantalla chica prenda obligatoriamente la tele el domingo en la noche.
Pato Navia aportó, por algunos capítulos, la frescura de una generación para la que la guerra fría se acabó hace rato. Pero hoy el pool de panelistas hace agua en medio de una pauta de entrevistados que parece copiada del canal del Senado: políticos profesionales que van a repetir el libreto falso que acordaron con sus asesores de prensa. A pesar de este mal momento, el "Tolerancia " es muy necesario. Un par de personajes de fuste en su mesa no le harían nada mal. Propongo a Carlos Peña, Rafael Otano o a don Héctor Soto, quien, liberado de la mordaza editorial que significa trabajar para Ricardo Claro, puede resultar notable. ¿Matías del Río? Es un tipo simpático, bonachón y naif, que lo hace estupendo... comentando noticias en la radio.
6 comentarios:
Es verdad, el espacio decayó. Ahora, no es algo de ahora, incluso con Paulsen pasaba lo mismo. Recuerdo que el año pasado como que Guillier descubrió el adjetivo ESPURIO. ¡Todo lo encontraba o le parecía ESPURIO!
Además, no hay nada más fome que Villegas y sus salidas a terreno. O le dan más tiempo para que desarrolle el tema o lo dejan así no más...
Saludos,
Es cierto, el espacio ha bajado intensidad las últimas semanas, pero no creo que sea por la ausencia de Paulsen (a quien nunca le he creído porque cuando fui mesero en su gimnasio siempre me trato como "oye negrito"). Es un burgues con conciencia social al que no le puedo creer.
Creo que la baja del programa se produce con los invitados, y eso es culpa de la producción. Esto de invitar a los mismos políticos que aparecen en el diario y en los noticieros todo el fin de semana, no puede producir intéres si su discurso ya está dicho y hecho. Esperaría más propuestas con miradas más activistas, jóvenes y menos partidismo.
Me cae muy bien Villegas, me río mucho con Melnik y hago muecas escuchando a Guillier, porque son señores que no tienen nada que ver conmigo. Y a veces los escucho tan léjos de mi realidad, de la mi familia y de mi entorno, que me gustaria que alguien no tan "fanático e inteligente" los acorralara.
Las notas de terreno tampoco lucen si la mirada siempre es como "Villegas y el resto del mundo".
Pero de todas maneras es mi programa de domingo, con o sin cable (renuncié a VTR) son un espacio valioso para un país y una televisión en la que no se conversa. Aunque me da un poco de pena de que el panel de SQP tenga más repercusión en la prensa que todos los dardos ideológicos de Melnik y Villegas (Guillier es más moderardor).
Me gusta Tolerancia Cero, es un espacio que se no debe perder. Y no estoy de acuerdo de que Matías Del Río sea una nueva mirada si ya lo tengo que ver todas las noches en el noticiero (del mismo canal), en la radio y en revistas.
Deben buscar más pauta, pero ir más allá del cuerpo de reportajes de El Mercurio y La Tercera. Entiendo que los matinales son incapaces (por comodidad) de pautearse por si sólo y por eso tienen bloques para lectura de prensa (penoso), pero de estos señores esperaría más.
El gobierno y los partidos son los mismos, pero hay otros 15 millones de chilenos donde encontrar historias, ideas y desafíos.
TOLERANCIA CERO no es lo mejor que podemos tener en la tv, pero como están las cosas es un lujo y un acierto, principalmente para un domingo (ese símbolo de la intolerancia CQC, jamás).
Probablemente por ahora están en una búsqueda editorial, cosa que merece todo proyecto, pero seguramente tomará más sentido cuando se acerquen las eleccciones, porque por ahora tenemos un gobierno monotono, por lo tanto no se puede reflexionar mucho más de todo lo que ya se ha escrito y dicho.
Saludos Luis.
Hace tiempo dejé de ver Tolerancia cero, por varios motivos, entre ellos el horario, y la generalidad en el tratamiento de los temas, como si fuera una reunión de pauta entre editores.
Creo que, contrariamente a lo que dice Mirko (ex ayudante cuando yo estudiaba), programas como Estado Nacional (TVN) permiten a la incauta y desinformada audiencia acceder -en forma coloquial- a comentarios de mayor agudeza intelectual, científica y política, debido a la participación de Joignant, Godoy, Naverrete.
A esto se suma, la participación de invitados, no necesariamente coyunturales semanalmente, que permiten ver cómo, los políticos de profesión caen bajo los argumentos más certeros de científicos sociales.
El trato servil a Lucía Pinochet fue el último clavo del ataúd.
Al contrario de Gómez, yo siempre me he preguntado de qué les sirve su disciplina a los analistas de Estado Nacional (y a varios más, si estamos en eso). He visto poco el programa, pero nunca me ha parecido que sus diagnósticos tengan mucha teoría detrás, a menos que se trate de los temas específicos en los que cada uno es experto (v.g. Ena von Baer y sistemas electorales, cuando estaba).
Yo "voto" por Héctor Soto a TC. Desde un principio lo debieron haber puesto a él en vez de Melnick. Carlos Peña probablemente sería complicado: se los come a todos y como es un poco arrogante, no tendría escrúpulos a la hora de humillar brutalmente (incluso tratándolos de estúpidos) a sus adversarios. Eso sí, sería divertido ver cómo aniquila los argumentos de Melnick.
Solo tienen que probar formulas, talvez Paulsen vuelva a travez de intenet, eso seria bueno, lo de Lucia pinochet , tiene que tratarla como una dama, eso demuestra su caballerosidad.
Chao.
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