Lo hemos visto cientos de veces.
El candidato, escoltado por un alcalde y/o un diputado de la zona, por sus guardaespaldas –y precedido por la nube de periodistas y camarógrafos- se pasea por
Lo vemos por TV, pero nadie puede creer que está teniendo una conversación real. Nadie puede creer que la quiere tener, ni que le importe.
Usan a los feriantes para impostar una cercanía imposible de tragar. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que los feriantes se dan cuenta (clásicamente, la nota se cierra con un “shhh, vienen pa’ acá pa elección no más”). Y los televidentes nos damos cuenta que nos usan a nosotros y a los feriantes. Un fiasco completo.
Las campañas tradicionales apestan a falsedad.
Joe Trippi, el jefe de campaña de John Edwards en EEUU, dice que las campañas tradicionales “le entregan un mensaje claro a la gente: tu opinión no cuenta”. Tiene todaAutenticidad o nada. Es la única posibilidad de sobrevivir en el nuevo escenario medial, donde el candidato ya no es el exclusivo protagonista ("mírenme, soy maravilloso").
Me acordé de todo esto al ver este video de David Cameron, el candidato inglés a primer ministro. Está en inglés, pero da lo mismo. Vean la calidad de la interacción que muestra. Comunica una cercanía y una intimidad muy poco usual entre el candidato y el ciudadano. El protagonista no es él, sino el la conversación y el contacto con el otro. Una pieza magistral.
1 comentario:
Es ya casi un ritual que no debe faltar, es como el chiste de siempre.
El candidato y su visita cercana y cordial a la gente.
Que caritativos son, no?
saludos :)
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