¿Qué significa la web 2.0 para los políticos? Implica que Internet ya no se trata de tecnología: se trata de personas reales. En este contexto, la ropa interior del líder conservador es toda una señal.
David Cameron, el joven líder conservador inglés que toda la derecha chilena admira y envidia (ver artículo en C&C), acaba de lanzar su propio sitio web: http://www.webcameron.org.uk/. El sitio es muy sencillo en lo visual y tiene pocas secciones: un blog, noticias, invitados y mensajes del público. Pero aún así llama poderosamente la atención. ¿Por qué? Es el primer sitio web de un político en utilizar genuinamente los códigos de la era YouTube: está plagado de videos breves, formato homemade. Todos protagonizados por David y su equipo, por supuesto.
Sólo por curiosear, me metí en el primer video, una suerte de bienvenida al sitio. Con sólo presionar “play” ya estaba adentro de la estrecha cocina de la casa de David, y David me hablaba directo a los ojos. Antes de terminar la primera frase (“Ehhr… bueno, bienvenidos a WebCameron…”), su hija de tres años lanza un alarido exigiendo su comida. Cameron sorprendido se sonríe, voltea y le dice: “dame un minuto, ¿qué estás haciendo? Lávate las manos… dame un minuto”. Luego me mira de nuevo y dice: “¿Dónde estábamos? Ah! Bueno, esta es una excelente manera para comunicarnos directamente y contarles lo que el Partido Conservador está haciendo, qué nos mueve y darles acceso al “behind the scenes” de cómo desarrollamos nuestras ideas”.
Entonces, mientras David toma la mamadera y comienza a preparar la papa nocturna de su hija, sucede algo mágico: la cámara gira ligeramente y, aún con David hablándonos en primer plano, podemos apreciar con toda claridad los calzoncillos del seguro próximo Primer Ministro británico, recién lavados y colgados en un tendero.
La ropa íntima de Cameron me iluminó y pude ver la mecha que encenderá –qué digo, ¡que ya encendió!- el potencial de Internet para revolucionar completamente el modo de hacer política. Y de paso, la relación de los políticos con el resto de los seres humanos.
Hasta ahora se ha especulado mucho sobre cuál será el verdadero impacto de Internet en la política. Sin embargo, la discusión suele centrarse en las capacidades funcionales de la web para mejorar la posición de un partido o un político, o de los ciudadanos para empoderarse. Veamos.
Por una parte, se señaló y estudió la campaña de Howard Dean -en las primarias para la elección presidencial de 2004 en EEUU- como un hito en el uso de la web: en sólo meses creó enormes redes de apoyo y logró que más de 650 mil personas le donaran US$ 56 millones. La fuerza de Internet como plataforma para recaudar fondos de campaña dejó babeando a los líderes políticos.
Por otro lado, hace pocas semanas el gerente general de Google, dijo que en el futuro, el principal rol de Internet en política sería el “accountability” (ver nota en C&C): facilitaría que los políticos rindieran cuenta de sus actos, y la ciudadanía podría testear rápidamente si lo que decían se contradecía con datos duros, o simplemente con lo que habían afirmado antes. Por ejemplo, el gobernador de Buenos Aires, Jorge Telerman, fue pionero en instalar una webcam en su despacho (http://www.buenosaires.gov.ar/), para que los internautas puedan asegurarse, de 8 a 12 hrs y sin filtros, que trabaja, contesta llamados y asiste a las reuniones.
Pienso que tanto la recolección de dinero como el accountability vía Internet son grandes transformaciones que ya están en curso. Lo mismo puede decirse de la capacidad de formar activas comunidades online, que funcionan como grupos de presión y pueden ser enormemente efectivos (sólo vean cómo estos grupos obligaron a VTR a reponer en menos de dos semanas el canal TyC Sports, que había eliminado unilateralmente de su parrilla).
Pero estos son los aspectos más funcionales de la web en la arena política. Si uno mira las páginas web de los partidos y los políticos se da cuenta de que buscan afanosamente generar esos resultados, pero ignoran –o desprecian- algo que Cameron parece intuir sin que nadie se lo diga: la importancia de la dimensión comunicativa en los medios.
Esa dimensión apunta a lo más básico de la comunicación: enfatizar aquellos elementos concretos del lenguaje que hacen relevante y satisfactoria la interacción entre dos personas. Eso incluye todo lo que ayude a empatizar, a ser abierto y mostrarse tal cual uno es, mirar a los ojos, ser directo y demostrar aprecio e interés por quienes me escuchan.
Parece trivial y evidente, pero es un paso básico para generar confianza y hacerse relevante para el otro. En un momento en el que el electorado se siente lejano de la política, y los políticos puntean con larga ventaja en los rankings de desconfianza, esto deja de ser anecdótico. Los ciudadanos/consumidores tienen el control remoto –o el mouse- en la mano y parecen decir “no voy a escuchar nada de lo que tengas que decir, a menos que te ganes el derecho a decirlo”. En este contexto, los calzoncillos de Cameron surgen como una pista muy interesante.
En Chile, Fernando Flores ha impulsado una visión sobre Internet en política y ha logrado generar un gran espacio de conversación a través de su blog personal y su red de blogs Atina Chile. Pero creo que el giro de Cameron es aún más de punta. No te invita a la conversación pidiéndote que leas un texto y escribas opinando sobre un tema. Antes de eso, te invita a pasar a su cocina a charlar (una cocina como la tuya o la del vecino), la noche de un día cualquiera, cuando sus hijos berrean y sus calzoncillos húmedos cuelgan del tendero.
Sí, es cierto, la espontaneidad puede ser demasiado intencional, y de seguro está cuidadosamente aprobada por los asesores. Pero la gente castiga la falta de honestidad, y tengo la impresión de que Cameron lo sabe. Además, no es posible mantener una mascarada de “buena onda” por mucho tiempo, sin mostrar más contenidos.
La verdadera potencia de Internet –y quizás de cualquier medio de comunicación- aflora cuando logra involucrar a las personas en una conversación, cuando genera la ilusión de cercanía, de intimidad y te hace participar de verdad. Sólo a partir de ahí es capaz de crear redes, generar comunidades participativas y movilizar ciudadanos.
Pero para ello, los políticos en Internet deben entender primero que ellos mismos son un medio de comunicación. Y para ser un medio exitoso, deben ser maestros en los códigos de los medios. No basta con colgar una página, poner fotos y transcribir los discursos y noticias (el multimedia Fulvio Rossi va más allá y ofrece wallpapers y música de Marco Masini).
Más que farandulizar o abaratar los mensajes, lo central es comprender que un medio de comunicación efectivo en la web -en el sobrepoblado mercado actual- mantiene un contacto frecuente y dinámico con su audiencia. Escucha y se interesa en ella antes de proponerle contenidos e ideas que sean relevantes para quien los escucha. Y sobre todo, aspira a que la audiencia se apropie de él, lo haga suyo.
Ciertamente no es imprescindible mostrar los calzoncillos, pero para los políticos subirse a Internet significa bajarse del estrado y abandonar la pompa. Es una gran oportunidad. Y los que no lo entiendan así, aténganse a las consecuencias.
Ver también: Presidenciales en EEUU: La carrera partió en video, en Ciudadano H.
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