25 de enero de 2007

Paradojas de "el diario que quieres"

Hoy La Tercera nos deleita con dos maravillosas contorsiones, y todo en un mismo párrafo, al final de la nota que en se defienden de los ataques de Adolfo Zaldívar contra el matutino. Nos deja en claro dos cosas:
1. Que el Consejo editorial de La Tercera no tiene interferencia en la línea editorial del diario.
2. Que el Consejo editorial de La Tercera, lejos de ser "secreto", es un órgano transparente, pero sería completamente innecesario revelar quiénes son sus 15 misteriosos integrantes. ¿Para qué? Irrelevante, pues.
Justo hace una semana La Tercera hizo una editorial escandalizándose porque Francisco Vidal dijo que Chiledeportes "se manda solo". Ahora resulta que el consejo editorial de La Tercera es un club de rayuela, y que los periodistas del diario... se mandan solos.
PD: No es lo mismo y no tiene nada que ver, pero me recordó la contorsión tipo Pilates (¿Pilatos?) de Vidal cuando, como Ministro Secretario General de Gobierno de Lagos, razonó impecablemente respecto al despido de Alberto Luengo de la dirección de La Nación. Dijo que “la línea editorial de un diario que es de gobierno tiene que coincidir con el gobierno”. Pero “esto, bajo ninguna circunstancia significa ni la menor señal de restricción a la libertad de prensa”.
Beautiful.

1 comentario:

Bruno Córdova dijo...

A raíz del consejo editorial de La Tercera, ¿qué tan bien nos hace como país que nuestras altas esferas se bañen en una muy cartelizada transversalidad buena onda?

¿Qué tan bueno era tener un Viera-Gallo en el Senado? El ex parlamentario solía muñequear por cesiones y concesiones que derivaban en leyes malas, las cuales merecían permanente perfeccionamiento. Porque los que se oponían al punto X con los años se daban cuenta que punto X era necesario después de todo.

A mí me gustan las mayorías ejerciendo como mayorías y a las minorías asumiendo su condición de minorías. Estas últimas no pueden torcer las voluntades mayoritarias salvo si creen tener la mejor razón argumentativa.

Lo anterior explica por qué las minorías conservadoras son socialmente aborrecidas y las minorías sexuales concitan la simpatía popular.

La transversalidad, eso de quedar bien con Dios y con el diablo, no me parece mentalmente sano. Al final todo aquello desemboca en una obsesión por blanquearlo todo, hacerlo todo más aguachentoso.

Quizá la única excepción en la cual la transversalidad se convierte en una cuestión benigna es la laicidad religiosa, por cuanto en nuestra civilidad las religiones responden a criterios de exclusión mutua, a diferencia de los principios teóricos de reunión, comunión, respeto y tolerancia de quienes participan en el ámbito político, así como en sus derivaciones y extensiones.