8 de julio de 2007

LLEVARSE LA TV PARA LA CASA

Apenas escuchamos la propuesta del Gobierno para el directorio de TVN, intuímos que se venía algo interesante.

Esto porque detrás la promoción y el cuestionamiento a Mahmud “Pancho” Aleuy, y tras la dudosa demanda por un “debate real” en torno al rol de la TV pública, se huele algo más preocupante: la búsqueda de una especie de “ajuste de cuentas” desde el mundo político con la televisión.

Una televisión que no refleja el mundo como ellos lo ven, que no les otorga espacio suficiente ni los retrata como les gustaría.

Este domingo los diarios explicitaron algunas escaramuzas en esta guerra soterrada. La Tercera traía una buena entrevista con Aleuy (por primera vez tematizaron abiertamente su vínculo con La Nación).

Pero mucho más enjundioso venía el artículo sobre TVN que publicó El Mercurio en el Cuerpo C. (Extraña esta costumbre de llevar los temas políticos más noticiosos fuera de “Reportajes”. Ya lo hicieron con la entrevista de Raquel Correa a Paulina Urrutia hace unas semanas. El efecto es que, fuera de un notable Carlos Peña, el cuerpo D se siente bastante “soft”).

El muy buen artículo de Bruno Ebner en El Mercurio afirmaba varias cosas llamativas.

Que La Moneda llama con frecuencia a TVN para reclamar por el trato. Que la Presidenta intenta, vía Aleuy, detener los ataques periodísticos en su contra. Que los periodistas del departamento de prensa del canal trataron de hacer pública una carta reclamando contra la intervención de Francisco Vidal. Que este intento fue atajado por el director de prensa, Jorge Cabezas. Que Cabezas fue ungido en el cargo gracias al lobby de la oposición. Y que Vidal intentaría presionar y cuestionar a Daniel Fernández levantando de nuevo el tema de los altos sueldos de los ejecutivos clave del canal, que irían entre los 12 y 18 millones.

Estas fricciones tienen un origen claro. La convicción en el Gobierno de estar en presencia de una derrota comunicacional abrumadora: escasa influencia real en la agenda de los medios y el hecho de que se ha instalado en ellos un discurso que hace aparecer al Gobierno de Bachelet -afirman- peor de lo que en realidad es, e indisolublemente asociado a los conceptos de ineficiencia, desorden e impotencia.

Ante este diagnóstico, la lectura que parece haber primado es la necesidad de una intervención más directa. Esta determinación se ancla en una visión de los medios que el mismo Francisco Vidal explicitó abiertamente en la última edición de la Revista V, que edita Chilevisión: “La televisión es un instrumento político desde que existe, y en el caso de Chile en particular”.

Sin duda que los medios pueden ser instrumentos políticos, pero concebirlos esencialmente como tales es problemático, tanto para los políticos como para los mismos medios.

Para los medios, porque ello mina su credibilidad, debilita su imagen y su vínculo con las audiencias. Y para los políticos, porque el abuso en la intervención termina por llamar demasiado la atención e irritar a los periodistas, lo que finalmente es contraproducente. Tony Blair es el mejor ejemplo de lo caro que se paga el abuso de estas tácticas.

Tal vez el Gobierno y la Concertación estén dispuestos a pagar un precio alto. Pero también es posible que éste termine siendo mucho más alto de lo que han previsto. La crispación que se ha generado con el tema TVN debiera ser una señal de advertencia.

Pero no sólo para el Gobierno, sino para los políticos en general. En este caso, lo preocupante no es el nombre de Aleuy –que en sí mismo no me parece mal-, sino la lógica y la visión de los medios que está detrás de su nombramiento.

Concuerdo con Jaime de Aguirre que en Revista V dice: “lo básico para poder relacionar televisión y política es darse cuenta de que el sistema avanzó desde una televisión universitaria hasta un modelo de mercado que es jodido pero es pujante, porque ha logrado imponer una televisión en la cual existe una relación más democrática y más horizontal con las audiencias… Eso la política no lo tiene en cuenta y se queja”.

Y agrega más adelante, a propósito de las discusiones sobre regulación “…me parece oír por encima de todo una especie de revancha contra la televisión, a partir del hecho simple de que la política no ha sido capaz de entender e internalizar ese mundo que se le escapa de las manos”.

Sin duda, influir en los medios sin volverse un "control freak" es todo un arte. Si algunos piensan que pueden usar la TV sin ajustarse a los códigos de su negocio, de su gente y de sus audiencias, es que no han entendido cómo evolucionaron los medios en los últimos diez años.
*Foto principal: Tomás Reid, Revista Blank. Retrato de M. Aleuy, La Tercera. :::::::::::::::

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